Para Juan José Castaño Valencia, un veterano productor de café, las recientes noticias sobre una superproducción cafetera, comparable solo a la de hace siete años, deberían ser motivo de alegría. Sin embargo, esta bonanza se ha transformado en una encrucijada angustiante. La ausencia de recolectores plantea una incógnita crucial: ¿Cómo se logrará recoger esta cosecha excepcional?
La situación es alarmante. Los productores, quienes año tras año esperan con esperanza que “este año sí, el próximo será mejor”, ahora enfrentan la paradoja de que su mayor éxito podría convertirse en un desastre. La abundancia de café madura en los cafetales amenaza con perderse si no se encuentra una solución rápida y eficaz.
Las promesas de bienestar social se anuncian con entusiasmo, pero al mismo tiempo, los productores alzan la voz reclamando el apoyo de los gobiernos locales. La seguridad y la llegada de recolectores de todo el país se han vuelto una necesidad imperiosa para asegurar que esta cosecha no se pierda.
El desafío es mayúsculo y la incertidumbre crece entre los caficultores. Juan José, con la sabiduría que solo otorgan los años, sabe que este momento requiere de una respuesta coordinada y urgente. Los gobiernos locales están llamados a actuar, no solo con promesas, sino con acciones concretas que permitan aprovechar esta oportunidad única sin dejar que se convierta en una ilusión para quienes día a día trabajan la tierra con esmero y dedicación.
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