Para don Sergio Garcés Ramírez, las víctimas de la violencia en Colombia no son simples estadísticas, sino nombres y rostros grabados en su memoria y en los cementerios llenos de hijos de humildes familias. Es una guerra que, para él, nunca va a parar.
Uno de esos nombres es el de su hijo, Jimy Arley Garcés Escobar. Nacido en Santa Rosa de Cabal, Jimy creció con los valores de integridad y servicio a la patria. Primero como soldado, y luego al servicio de la Policía Nacional, dedicó su vida a proteger a su País. Sin embargo, su vida fue truncada en un atentado hace dieciséis años y seis meses, convirtiéndose en otro héroe de la Nación, como lo cuenta con orgullo su padre, don Sergio Garcés.
Hoy, mientras se celebra el Día del Héroe Nacional y sus familias, don Sergio recuerda a su hijo y reflexiona sobre el sacrificio de tantos otros como él. La guerra, dice, se ha transformado en todo un “cartel” al servicio de los mal llamados padres de la patria, quienes parecen olvidar que detrás de cada uniforme hay una familia, un padre, una madre, unos hijos que lloran a sus seres queridos.
En este día de homenaje, el país recuerda a sus héroes caídos, pero también se enfrenta a la cruda realidad de una guerra perpetua que se alimenta de la sangre de sus ciudadanos más valientes. Para don Sergio y muchas otras familias, la lucha no solo es contra un enemigo visible, sino contra una maquinaria de violencia y corrupción que parece imparable.
La historia de Jimy Arley Garcés Escobar es solo una entre miles, pero en ella se refleja el sacrificio y el dolor de toda una Nación. Su memoria, y la de todos los héroes Nacionales, sigue viva en los corazones de aquellos que los amaron y en el compromiso de quienes aún creen en un futuro mejor para Colombia.
FOTO: Monumento a Nuestros Héroes.